En una ciudad muy lejana, llena de luces y música, vivía un
caricaturista que estaba encerrado en su oficina y que nunca salía a ver el sol.
Sus dibujos no eran como él esperaba y sin terminarlos los
arrugaba y los tiraba al tacho de basura.
Su sueño de toda la vida no parecía poder cumplirse. Él
necesitaba que sus dibujos fueran mágicos.
Una noche, muy cansado de tanto trabajar, se fue acostar,
dejando sobre el escritorio un dibujito sin terminar. A este lo había hecho con
una carita muy triste que mostraba como él se sentía.
El dibujito que dormía sobre el papel se despertó cuando una
estrella fugaz pasó por la ventana. Y se metió en la pieza del caricaturista.
Vio que estaba dormido y sobre él descansaba la nube con sus sueños. Se subió
por el borde de la cama y salto a la nube.
Encontró al caricaturista sentada solo en el pasto de una
plaza. Se acerco y se sentó junto a él.
-¿Por qué me dibujaste triste?, ¿Por qué no dejas que seamos
grandes dibujitos? –El caricaturista escucho una vocecita que venía del piso y
al bajar la mirada vio su dibujo sentado junto a él. -¿Por qué?
-Porque no soy bueno, porque ustedes no son buenos y no
puedo cumplir mi gran sueño. –estaba enojado y no quería explicarle a ese
dibujito el porque nunca terminaba de hacerlos.
-Pero no somos buenos porque vos no nos dejas serlo. Porque
no haces nada para que lo seamos. ¿Por qué no nos enseñas a crecer y ser
hermosos? –Dijo mirándolo con tristeza.
-Porque yo tampoco sé hacerlo. –confeso el caricaturista.
-Entonces aprendamos juntos –Le contesto el dibujito antes
de sonreír.
El caricaturista se despertó y corrió a su escritorio. Allí
encontró al dibujo que había hecho horas antes. Pero en lugar de estar
triste, sonreía y le guiñaba un ojo. Y de su boquita salía una frase
“Esforcémonos por aprender juntos a crecer y seamos mejores
día a día”
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